Crecimiento, Desarrollo y sus Medidas

27 de marzo de 2014

Por José Caraballo Cueto

 

Cada disciplina puede definir el desarrollo humano de manera diversa.  En la economía del desarrollo -donde nace el concepto-, el desarrollo se podría definir ampliamente como el estudio y la optimización integral del bienestar colectivo.  Mientras, crecimiento económico es simplemente dos o más trimestres de crecimiento positivo en el Producto Interno Bruto (PIB).

 

Por eso resulta irónico que en Puerto Rico se le llame “desarrollo” a la construcción de un centro comercial o se le llame “desarrolladores” a los y las constructores, algunos de los cuales  afectan negativamente el desarrollo.  Por ejemplo, un “desarrollo” que destruya valiosos recursos naturales o que contamine puede ser contra productivo para el desarrollo humano ya que afecta la calidad de vida de las comunidades.

 

Un desarrollador o desarrolladora sería un estudioso o ejecutor de políticas pro desarrollo, que promuevan un mejoramiento integral en equidad, educación, salud, calidad ambiental y crimen, entre otros.  Este es uno de los conceptos que se persiguen con el paradigma del desarrollo humano traído incipientemente por Amartya Sen: el ser humano como centro y fin -no como medio- de cualquier estrategia de desarrollo (Anand y Sen, 2000).

 

El ingreso representa un aspecto importante del desarrollo humano pues permite obtener los bienes materiales necesarios.  Sin embargo, algunos y algunas creen que el ingreso determina los demás componentes de desarrollo humano como la salud y la educación.  Esta perspectiva conduce a algunos a pensar que el crecimiento económico garantiza el desarrollo, pues supuestamente el crecimiento se filtra a todos (“trickle-down”), trayendo el desarrollo.  Por ejemplo, los y las que creen en esa teoría argumentan que las inversiones hechas por una megatienda, crean puestos de trabajo traduciendo el crecimiento económico en desarrollo.  Sin embargo, si se contabilizan los empleos y la re-inversión de ganancias que se pierden al marginar las empresas locales, las megatiendas puede que ni tan siquiera generen crecimiento económico.  Además, ¿quién garantiza que esos trabajadores recibirán una justa compensación que le permita llevar una vida sin limitaciones materiales?

 

Hay otros múltiples contraejemplos a la teoría de la filtración.  Por ejemplo, de 1980 a 2005 China creció sostenidamente a una tasa enorme, cercana al 9% anual en su PIB, pero aún en el 2005 tenía más de la mitad de su población -700 millones de habitantes- bajo la brecha de pobreza de $3 o menos al día.  Es decir, ese enorme crecimiento de China por 25 años no se tradujo en un alto desarrollo, aunque su pobreza extrema ha bajado.  Cabe señalar que ese umbral de $3 considera la paridad en el poder adquisitivo (en la medida de lo posible convierte los $3 a valores equivalentes en el mundo).

 

Otro contraejemplo sería la República Dominicana donde el PIB real se triplicó del 1991 a 2011, mientras los y las trabajadores -la mayoría- estaban ganando menos en 2011 que en 1991 en términos reales, entiéndase controlando el aumento en el nivel de precios (Caraballo, 2013).   En otras palabras, este crecimiento económico en Dominicana ni tan siquiera contribuyó al aspecto ingreso del desarrollo humano, aunque pudo haber aportado a modernizar la infraestructura del País.

 

El crecimiento económico podría ser una condición necesaria, pero no suficiente para el desarrollo humano.  Si bien para desarrollar un país se necesitan políticas públicas activas que deliberadamente busquen levantar las condiciones de vida de sus habitantes, no es menos cierto que es difícil que un país en desarrollo pueda distribuir riquezas si no las está creando.

 

Una pregunta obligada sería la siguiente: ¿Qué indicadores se podrían utilizar para medir desarrollo?  El PIB o la venta de cemento no son indicadores de desarrollo.  Indicadores de desarrollo humano son los que generalmente se publican en los Informes tales como la tasa de mortalidad o el promedio de escolaridad.

 

Anand y Sen (1997) ven el índice de desarrollo humano (IDH) como un primer aproximado a este enfoque de desarrollo más abarcador.   Sin embargo, el IDH ha encontrado detractores ya que supuestamente tiene una “alta” correlación con el INB (Ingreso Nacional Bruto, antes conocido como el Producto Nacional Bruto) per cápita, haciéndolo redundante (McGillivray, 1991).  El mismo autor intelectual del IDH, Mahbub Ul Haq tuvo que convencer inicialmente a Sen sobre la importancia del IDH.  Fue el mismo Sen quién expuso en el Informe de Desarrollo Humano de 1999 como Ul Haq lo convenció al decirle que: “Necesitamos una medida con el mismo nivel de vulgaridad que el INB -solo una medida- pero una medida que no esté tan ciega a los aspectos sociales de las vidas humanas como lo es el INB”(UNDP, 1999, p. 23).

 

El debate sobre si el IDH es redundante dada la alta correlación con el PIB per cápita es, en mi opinión, erróneo por dos razones principales.  La primera es conceptual.  El IDH es conceptualmente una medida más amplia que el PIB o el INB per cápita.  De hecho, es por razones conceptuales que muchos investigadores prefieren utilizar el PIB ajustado por la paridad en el poder de adquisitivo a pesar de su alta correlación de más de 0.90 con el PIB real (sin el ajuste por la paridad en el poder adquisitivo).

 

La segunda es que el IDH no es redundante toda vez que describe mejor el desarrollo humano que el PIB per cápita.  Si de correlaciones se trata, el IDH tiene una correlación más alta que el PIB per cápita respecto a otras medidas de desarrollo humano.  Por ejemplo, si correlacionamos el IDH y el PIB para todos los países donde existen este tipo de datos encontraremos que el IDH en 2008 tiene una mejor correlación con la mayoría de las medidas aceptadas en el desarrollo como: mortalidad infantil, mortalidad materna, índice multidimensional de pobreza, incidencia de tuberculosis, promedio de escolaridad, porcentaje de vacunación contra sarampión, acceso a saneamiento y todas las brechas de pobreza, entre otros indicadores.  En la siguiente imagen presento algunas de esas correlaciones:

 

IDH_correlations

 

 

Es decir, para abordar el desarrollo humano necesitamos expandir nuestras perspectivas más allá del crecimiento económico y para medir el desarrollo necesitamos medidas más amplias y completas que el INB o el PIB per cápita.

 

El autor tiene un doctorado en economía bajo la concentración de desarrollo y economía internacional.

 

 

  1. Anand, S., & Sen, A. (1997). Concepts of human development and poverty: a multidimensional perspective (pp. 1-19). New York: UNDP.
  2. Anand, S., & Sen, A. (2000). The income component of the human development index. Journal of human development1(1), 83-106.
  3. Caraballo, José G. (2013). Local Capacity Development: The Key to Benefiting from Globalization and Reducing Unemployment in the Dominican Republic. New York: Minuteman Press Crystal City
  4. McGillivray, Mark (1991). The Human Development Index: yet another redundant composite development indicator? World Development, 19 (10), 1461-1468
  5. UNDP (1999). Human Development Report. New York: Oxford University Press
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